Texto: Verónica Inés Halperin
Lectura: Nicolás Barrasa
Ilustración: Mercedes García Alonso
Hay algunas cosas que tenés que saber. La abuela no está igual. Hablamos con tu mamá hoy. Va a ser raro para vos. Prestanos atención, Laura, que esto es importante, después mandás ese mensaje. La abuela no escucha.
Pero ahora es más grave, ni con audífonos. No queremos que te impresiones cuando la veas. Está distinta, envejeció mucho con lo de tu tío. Laura, ponete el cinturón, dejá de boludear con el teléfono, fijate que uno de los dos está medio trabado.
Sí, pobre Felipe, no reconoce a nadie ya. Tampoco a tu tía. Y está a la miseria. Y… ella la lleva. Bien no está, pero es una mujer fuerte, viste.
Bueno, no cambiemos de tema, volvamos a lo de tu abuela, que antes de llegar te tenemos que dar unas instrucciones. ¿Qué es esa cara? No es gracioso. Vos te fuiste, pero acá el tiempo pasó. Tus primos ya no viven más con tu tía y la última: parece que quieren vender la casa. Estamos preocupados, con tu madre. Tu hermano escuchó algo en Navidad. Carlitos le dijo a su nueva novia. Necesitan plata para pagar la clínica.
Ese es un temón: adónde va a ir a parar la abuela. Por eso, escuchanos bien porque no tenés que meter la pata. Nosotros le dijimos a tu tía que tu mamá volvió a trabajar. En una inmobiliaria, todo el día. Llega para comer y dormir nomás. Si te preguntan, tenés que decir eso, ¿entendés? A tu abuela, a tu tía.
No, no, no, no. Ellas no saben que cuida a Olivia en la semana. ¿Pero qué preguntas te van a hacer? No te cuesta nada. Te ponés en moralista, claro, porque después agarrás tu valija y te vas, te volvés a España.
Está bien, está bien. Estoy tranquilo. Solo eso te pedimos, es un ratito. Capaz ni sale el tema. Pero tenés que estar al tanto. No meter la pata. Acordate, por favor, tu mamá está trabajando. Porque queremos y punto. Lo hacés y listo. Esto no es un debate, Laura.
Sí, de salud está bien, tira. Qué sé yo. Tiene noventa y siete años, ¿qué le podemos pedir? Está mejor que tu tío. Camina, va al baño sola. Ya no puede comer las facturas que le gustaban tanto, pavadas. Lo importante que tiene la pobre es que no escucha. Y la gente se pone nerviosa. Tu primo la trata mal, le grita y así no es. No hay que gritarle, hay que modular. Hablar despacio. Sentarse frente a ella, que te vea. Modular. A ver, probemos. Mirame. Decí: a-bue-la, modulando. A ver, de nuevo, más lento. Sí, sí, así está bien. Perfecto.
En la bolsa hay un termo con agua caliente. Tené cuidado que se puede volcar. ¿No te dijo, mamá? ¿No le dijiste nada vos a la nena? Fijate, Laura, si mamá puso las galletitas y los saquitos de té. Sí, en la bolsa del termo. ¿Dónde va a ser? Fijate. No, ahí no. Escuchá a tu madre. Es que el agua de esa casa nos hace mal. Claro que te contamos. Una cagadera tuvimos. Es que no limpian el tanque. Tu tía no se ocupa, metida hasta el cogote con lo de tu tío, y tu abuela ya no puede con todo. Y sí, tenés razón, puede ser eso. ¿Te pusiste el cinturón? Mirá que ahora agarro la autopista.
No, no terminaron las instrucciones. Lo del fin de semana en Mar del Plata lo vemos después, no me interrumpas que te tengo que decir varias cosas antes de llegar. Tu hermano. Viste que está con muchas cosas.
Sí, sí es una buena chica, ya la vas a conocer. Parece que viene a Mar del Plata también, pero viste cómo es tu hermano, confirma todo a último momento. Bueno, el tema es que a Javier le cuesta esto de la abuela. Verla así. Viste que ellos eran tan apegados.
¿El preferido? Si mamá siempre los quiso a los tres por igual. Sos muy injusta. Bueno, pobre vieja. Es el nieto varón. El más chiquito. Eran otras épocas. Escuchá una cosa. Le dijimos que se fue con vos a España. Que le salió una beca. Eso, que tu hermano está viviendo en Barcelona. Es que no iba a nunca a visitarla y la abuela preguntaba.
No. Él no sabe que dijimos eso. No la va a llamar. ¿Cuándo tu hermano llamó a la abuela o a tu tía? No debe tener ni el teléfono. Sí, ya sé, casi metemos la pata con esto del Facebook. Tu hermana bloqueó a tu tía, algo así hizo. Bueno, eso que decís. No seas tan dura con tu hermano. A él le duele verla así. Se ponía mal cada vez que la visitaba. La abuela no escucha. Es terrible. Está ahí sentadita todo el día, mucho no hace. Para vos también puede ser duro. ¿Hace cuánto que no la ves? En los últimos meses se deterioró mucho, pobre vieja.
Es cierto lo que dice tu madre, ¿qué más le podemos pedir? Lo importante es que se reciba, le queda poco.
Sí, sí. Ahora con la nena se le complica más. Pero sí. Está tan linda Olivia. ¿La viste gatear? Se para en dos patas y todo. Le podemos mostrar fotos a la abuela, le encanta mirar fotos de su bisnieta. Cambiá la radio que esta canción me aturde.
No, a tu mamá le digo. Acá, el botón de la izquierda, giralo y vas pasando. Esa, esa. Dejala ahí. Ah, sí, me olvidaba de lo último. Una pavadita: tiene unas verrugas en la cara. Dos o tres. Le salieron hace poco, se las va contagiando, parece. Tu tía dice que en el cuerpo también tiene. Es un poco, ¿cómo te puedo decir…? Da un poco de impresión. No es lindo. Pero con el médico coincidimos en que no tiene sentido sacárselas, analizarlas, ¿para qué? Con noventa y siete años someterla a todo eso. Además, si ni sale de la casa. Nadie se las ve.
Pero tu abuela, la conocés, es una cabeza dura. Y cada vez que nos ve piñón fijo con que la llevemos a su dermatóloga. Le dijimos que no tenía turno, y ahora que está de vacaciones, que vuelve en febrero. Y bueno, ahí veremos. Es una locura llevarla. Además, tiene que ser día de semana. Y ¿para qué? No tiene sentido. A veces se le pasa, a la vieja, se olvida. Pero de repente se pone pesada con el tema. Vos ni lo menciones, ¿eh? No digas ni a sobre las verrugas. Y si te dice algo, le respondés que son chiquitas, que ni se ven. No se te ocurra seguirle el tren. Hablale de Olivia que eso la entretiene. Si le contás de España, acordate de que tu hermano también está allá.
No sabemos bien qué son. Lo mejor es saludarla rápido, pero le podés dar un beso en el pelo, en la frente, en la blusa. Justo ahí en el cachete tiene la más grande. Vos tenés que viajar después. ¡No te vas a ir toda infectada a España! ¿Sabés qué? Hacé lo que quieras. Está bien. Yo te avisé.
Y sí, a veces le sale pus y tu tía le pasa alcohol y una cremita. Por mí quedate. ¿Querés quedarte? Tu habitación la dejamos tal cual. Están todas tus cosas, hasta ese póster del actor. ¿Cómo es que se llama?
Sí, sí, ya sabemos que no vas a volver. Acá, en la rotonda, agarraba la segunda, ¿no?
Laurita, vos bajá el termo y las galletas de membrillo. Apenas entremos serví el té, no des vueltas, vamos a estar un rato nomás, así no se nos hace tarde. Después con tu mamá queremos pasar por la confitería a comprar las facturas, así merendamos en casa.